El seleccionado argentino de fútbol estuvo a un paso de la gloria, a un paso de una nueva consagración en la Copa del Mundo, pero pagó caro sus errores y Alemania terminó siendo un merecido campeón en Brasil 2014.
El conjunto albiceleste, campeón en Argentina 1978 y México 1986, fue de menor a mayor en este certamen, en un camino beneficioso por los rivales que debió enfrentar.
El principal atributo fue el sentido del esfuerzo, de la entrega permanente, una cualidad que lideró Javier Mascherano, el capitán simbólico de la formación conducida por Alejandro Sabella.
Lionel Messi, galardonado por el Balón de Oro, apareció en toda su dimensión en la fase de grupos, cuando anotó goles (4) en los tres encuentros que le permitieron quedar en primer puesto (2-1 a Bosnia, 1-0 a Irán y 3-2 a Nigeria).
En los octavos, su brillo quedó de lado, aunque Argentina consiguió una notable solidez defensiva con el ingreso de Martín Demichelis en la zaga central junto a Ezequiel Garay.
Así, superó por 1-0 a Suiza (octavos) y Bélgica (cuartos), mientras que supo plantarse ante Holanda (0-0) y le ganó en tanda de penaltis (4-2) con un estelar Sergio Romero en el arco.
Este domingo, los sudamericanos tuvieron enfrente a su verdugo, que le había ganado en sus últimos tres enfrentamientos en copas del mundo: 1-0 en la final de Italia 1990, 1-1 (4-2 en penaltis) en cuartos de final de Alemania 2006 y 4-0 en cuartos de Sudáfrica 2010.
En esta oportunidad se planteó un partido totalmente distinto a los anteriores y sólo se asemejó al de hace 24 a?os, aunque por entonces Argentina era muy inferior a su rival, que se impuso con un discutido penalti que convirtió Andreas Brehme a los 85 minutos.
En el Maracaná, Alemania dominó siempre las acciones, pero Argentina fue más profunda y tuvo las situaciones más claras: fallaron Gonzalo Higuaín y Rodrigo Palacio.
Los germanos, en cambio, tuvieron dos oportunidades netas: un cabezazo en un poste de H?wedes al final del primer tiempo y la que tuvo el ingresado Mario G?tze en el fatídico minuto 113, quien marcó el 1-0 definitivo.
La afición brasile?a, del lado de los europeos, terminó celebrando aún cuando había sido humillado en semifinales por un brutal e histórico 1-7.
En Argentina, la gente salió a las calles en familia para agradecer el esfuerzo, que no fue suficiente para volver a levantar una copa del mundo, pero sí para unir a un pueblo en un sentimiento de unión y alegría que hace mucho tiempo no aparecía.