NACIONES UNIDAS, 11 may (Xinhua) -- El incremento repentino en los nacimientos entre las mujeres refugiadas rohingyas en Bangladesh es inminente y el hecho de que quizás miles de embarazos sean resultado de una violación hacen que una atención médica adecuada en los campamentos resulte más difícil, se indicó en un informe del portal de noticias de la ONU.
Al aproximarse la temporada del monzón en Bangladesh, las agencias de la ONU y sus socios están batallando para proteger a cerca de 700.000 refugiados rohingyas del desastre y la enfermedad. Aunque los inminentes nacimientos son un gran desafío para el organismo mundial, el desgarrador legado de la violencia sexual hace que el trabajo sea aún más difícil.
La población desplazada incluye a cerca de 40.000 embarazadas, indicaron funcionarios de la ONU, y se espera que muchas de ellas den a luz en las próxima semanas.
Una parte no precisada pero significativa de estos embarazos son resultado de violaciones cometidas por los miembros del ejército de Myanmar y de militantes aliados, se?alan los funcionarios asistenciales.
Los embarazos derivados de lo "que creemos que pudo haber sido un frenesí de violencia sexual en agosto y septiembre del a?o pasado podrían llegar a término muy pronto", dijo Andrew Gilmour, secretario general asistente de la ONU para Derechos Humanos, "así que estamos esperando un alza en el número de nacimientos".
En marzo, Gilmour viajó a Cox's Bazar en la costa sur de Bangladesh en donde los refugiados se han establecido en campamentos para escapar de la violencia en el estado de Rakhine en Mynamar.
Por temor a ser estigmatizadas, en ocasiones, la mujeres refugiadas embarazadas, deprimidas o avergonzadas, con frecuencia se muestran renuentes a admitir que fueron violadas, indican trabajadores médicos y humanitarios.
Los ataques de los activistas rohingyas contra los puestos de seguridad de Myanmar del 25 de agosto de 2017 en el estado norte?o de Rakhine generaron la respuesta de las fuerzas de seguridad y los grupos de patrullaje vecinal, lo que obligó a la mayoría de los musulmanes rohingyas a huir al vecino Bangladesh.