RIO DE JANEIRO, 23 may (Xinhua) -- Durante la primera década de este siglo y el primer lustro de la segunda, la ascensión de millones de personas a la clase C (la clase media), fue una de las mayores haza?as logradas en Brasil, bajo el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y continuado durante el primer mandato de su sucesora, Dilma Rousseff (2011-2014).
Si durante esa época las personas que pasaban a formar parte de la famosa clase C procedían de las capas más bajas de la sociedad, favorecidas por las políticas económicas del gobierno, actualmente la clase C vuelve a ganar nuevos "miembros", aunque en este caso, su origen son las clases más altas: la A y la B.
La grave crisis económica que vivió Brasil en 2015 y 2016, cuando su Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo 7 puntos, motivó que miles de personas que hasta el momento eran consideradas entre las capas más altas de la sociedad nacional, pasaran a formar parte de la clase media.
Al menos tres estudios divulgados recientemente apuntan a una disminución de miembros en las clases A y B de Brasil y un nuevo aumento de la clase C.
Según el estatal Instituto Brasile?o de Geografía y Estadística (IBGE), 900.000 personas dejaron de formar parte de las dos capas más ricas de la sociedad brasile?a. Apenas en la clase A, formada por familias cuya renta mensual es de 11.000 reales (3.055 dólares) o más, fueron medio millón de personas menos.
Según el informe del ente gubernamental, los más ricos en Brasil pasaron a ser 10,3 millones de personas el a?o pasado, lo que representaba el 4,9 por ciento de la población nacional.
Otro estudio que apunta a un descenso de ricos en el país es el divulgado por la consultora LCA, según el cual, 441.000 personas dejaron las clases A y B el a?o pasado, liderando la clase A la pérdida de personal. En este caso, la consultora usó como parámetro una renta familiar de 3.566 reales (1.000 dólares) para definir las clases más altas de la sociedad brasile?a.
Con ello, la clase A pasó de tener 13,1 millones de personas a 12,8 millones de ciudadanos, un descenso del 2,3 por ciento.
De modo general, el "descenso" de brasile?os para las clases sociales menos favorecidas reflejó la crisis todavía presente en el mercado de trabajo el a?o pasado. Si bien en 2017 se empezó a registrar crecimiento y con ello la creación de puestos de trabajo, la mayoría fueron empleos informales, generalmente de baja calidad y mejores salarios.
Al mismo tiempo, el sector privado continuó perdiendo plazas con contratos formales de trabajo. "Incluso quien logró encontrar otro trabajo en empleos formales, probablemente lo hizo con un salario menor del que tenía. Todo esto afecta el la cumbre de la pirámide", explicó a Xinhua el economista Celso Donato, de LCA.
"El resultado no sorprende si se tiene en cuenta que, en las crisis, las personas tienen tendencia a salir de clases más elevadas y a generar crecimiento en las clases medias", agregó Donato.
Para LCA, la región sureste, la más rica y poblada del país y donde se encuentran centros urbanos como Sao Paulo o Río de Janeiro, fue la que tuvo una mayor reducción de personas en las clases A y B. En 2017, totalizaban juntas 40 millones de personas, un 2,5 por ciento menos que el a?o anterior.
Esta reducción en la región más rica del país fue detectada por otro informe del IBGE, usando el Indice Gini, que mide mundialmente la desigualdad. En la región sureste, bajó al 0,529, por la mayor renta de los más ricos.
El tercer estudio que comprobó la pérdida de miembros en las clases más altas de la sociedad brasile?a lo realizó el banco Bradesco, que calculó en 113,1 millones de personas (el 54 por ciento de la población brasile?a) la clase C: son 3,9 millones más que en 2016, y procedentes principalmente de las clases A y B.
Durante la primera década de este siglo y los primeros a?os de la segunda, según el Bradesco, al menos 18,8 millones de personas ascendieron a la clase C, gracias al crecimiento económico, la oferta de empleo y el fácil acceso al crédito.
Con ello, fue posible ver millones de brasile?os viajando en avión por primera vez, comprando vehículos nuevos o estudiando en la universidad.
Para el Bradesco, la clase E, la segunda más baja, pasó de 40,3 millones de brasile?os en 2016 a los 38,6 millones en 2017: ello se explica por la ligera recuperación de la economía brasile?a el a?o pasado, que creó principalmente empleos de baja calidad, pero que ayudó a miles de personas a poder dejar los estratos más bajos económicamente hablando del país.
La expectativa es que con el crecimiento consolidado (se espera que la economía brasile?a se expanda un 2,5 por ciento este a?o), vuelva a aumentar el número de personas que forman parte de las dos clases más altas de la sociedad.
"Si no hay ningún imprevisto, entre 2018 y 2021, cerca de 539.000 familias deben pasar a formar parte de la clase A, la más alta, gracias a la retomada económica, con lo que habría unos 3 millones de personas en esta camada. También más de 1,8 millones deben saltar a la clase B, con lo que se llegaría a 12,2 millones de personas en esta clase social", concluyó Donato.