Por Meng Bin
Liu Hongrui rara vez usa mascarillas en el vecindario. No hay necesidad de usarlas cuando resides en el campo, al borde de un acantilado en el condado de Jinzhai, Lu'an, provincia de Anhui. Este joven de 15 a?os y sus padres son uno de los únicos seres humanos en la zona. Las monta?as, tan poco acogedoras y conectadas, han sido cotidianas y protectoras murallas.
Pero vivir en reclusión y aislamiento también tiene sus desventajas: durante más de una década, había ninguna o baja intensidad en la se?al de telefonía móvil, y ni hablar de la banda ancha. Entre el hogar y la escuela, Liu creció acostumbrado a vivir entre dos mundos: uno con se?ales, y otro sin se?ales. Luego, la epidemia de COVID-19 detuvo abruptamente todas las clases, y los estudiantes pasaron al mundo virtual, y Liu no tenía acceso.
Historia de dos mundos
Era principios de la primavera de 2020 cuando aún persistía un frío invernal y reinaba el silencio en las monta?as. Toda la familia sostenía un teléfono celular buscando se?ales alrededor de la casa. Lo encontraron en una colina al lado del cobertizo de cerdos: se?ales esporádicas, dos barras en el mejor de los casos, recuerda Liu. Su padre arregló una improvisada choza como precario local de estudio. "Estudié allí entre siete y ocho horas diarias. Fue básicamente mi segundo dormitorio, con el escritorio actuando como mi peque?o territorio",aseguró el joven Liu a Pueblo en Línea.
A pesar de todos los esfuerzos que su familia podía hacer, la conexión era tan terrible que Liu la describió como "[era como] en medio de una oración, el profesor se congelaba y solo seguía hablando un minuto después". Por lo general, cada curso en línea tomaba aproximadamente media hora, pero Liu necesitaba más de cuarenta minutos para ver la duración completa y mucho más tiempo para procesar el contenido completo, todo a expensas del recreo escolar. Durante su estadía de casi dos meses en ese "aula" en mal estado y en solitario, el rendimiento académico de Liu bajó considerablemente.
Incluso después de la reapertura de la escuela, Liu mantuvo una sensación de aislamiento. Para él, la brecha digital era tan insuperable como las monta?as que lo separaban del resto de sus compa?eros de clase. Lo único que podía explotar eran los libros de texto. Por otro lado, para el resto de su familia el problema de la conexión a Internet siempre había sido un conflicto interno.
Liu Peng, el hermano mayor de Liu que ahora trabaja y vive en Hefei, capital de la provincia de Anhui, tiene varios recuerdos desagradables vinculados con el hogar casi sin Internet. "Compré un televisor hace dos a?os, enseguida que me casé. Pero sin Internet, el moderno equipo no era un televisor inteligente sino “un objeto decorativo".
También compartió una breve anécdota familiar agridulce que sucedió durante el Festival de Primavera, cuando familiares y amigos enviaban sobres rojos (dinero de regalo) a través de aplicaciones de redes sociales. Toda la familia estaba sentada debajo del árbol, donde ocasionalmente aparecían se?ales inestables para permitirles tomar su parte del dinero de la suerte. Y, sin embargo, con una conexión tan pobre, a menudo eran demasiado lentos para capturar alguno.
Liu Peng considera que Internet es una necesidad social, especialmente para la generación más joven. Viviendo fuera de la "isla de la información", al volver a casa tuvo dificultades para socializar.
"Cuando regresé con mi familia, perdí el contacto con el resto del mundo", destaca Liu Peng. "Me afectaba un sentimiento de completo aislamiento".
Búsqueda de conexión
Para Liu Peng, la lamentable experiencia de su hermano menor en la choza fue un catalizador, la gota que colmó el vaso para impulsarlo al camino de la acción.
El a?o pasado, se puso en contacto con las compa?ías de telecomunicaciones locales y se quejó del dilema, y enviaron personal a la casa de sus padres para una inspección. Pero la respuesta fue muy desalentadora: establecer un sistema de Internet en esa área costaría demasiado; y teniendo en cuenta que menos de una docena de personas vivían allí, no sería rentable.
Liu Peng no se dio por vencido en sus intentos de vincular a su familia con el mundo que existe más allá de las monta?as. Decidió recurrir a un canal más amplio que no fuera solo hacer quejas en persona, a saber, el de Internet.
"Internet es una red muy poderosa", asegura Liu Peng. "No solo puede ahorrar el trabajo de las piernas, sino que también es mucho más potente ... debido a su alcance a lo largo y ancho del planeta".
El 12 de abril del 2021, Liu Peng inició sesión en el “Espacio de Mensajes para los Líderes”, una plataforma administrada por Pueblo en Línea que permite a los funcionarios del gobierno poder escuchar y abordar las preocupaciones públicas.
Liu dejó un mensaje para el secretario del Comité Municipal del Partido Comunista de China (PCCh) de Lu'an.
"Soy un aldeano de Laozhuang, Hejiawan, Jinzhai. Anteriormente, me quejé de que no había se?al y banda ancha en mi casa y que ellos (las compa?ías de telecomunicaciones) solo instalaron la caja de telecomunicaciones a lo largo de la calle, despreciando a las personas que viven en la zona monta?osa", escribió.
Al dejar este mensaje, Liu Peng se sintió más optimista.
"Debido a que es una comunicación directa y transparente debía ser más eficaz", afirmó Liu. "Al menos, mi mensaje se quedaría allí hasta que se abordara el problema".
Tres días después de publicarlo, los funcionarios locales convocaron una reunión con representantes de la compa?ía de telecomunicaciones para discutir formas de configurar la banda ancha en la zona de la monta?a. Después de varias rondas de fructífero diálogo, la compa?ía de telecomunicaciones decidió incorporar a los tres hogares en su "Proyecto Aldea Segura", una iniciativa para implementar tecnologías de la información para uso de los aldeanos como medida de prevención del delito.
Para hacer realidad un sue?o casi imposible, el gobierno local y China Telecom invirtieron más de 200 mil renminbi. En la instalación se necesitaron 1,9 kilómetros de cable, 14 postes de servicios públicos y 3 cajas de telecomunicaciones.
Ye Tian, funcionario local que supervisó el proyecto, asegura que ha valido la pena.
"Esta es una sociedad de la información, y vivir sin Internet es simplemente inimaginable", recalcó a Pueblo en Línea. "Debemos hacer lo que sea necesario para satisfacer las necesidades de las personas para un buen acceso a Internet ".
Un mundo más amplio
Liu Hongrui todavía recuerda claramente cómo los trabajadores instalaron cables sobre las monta?as y frente a su casa, cómo le dijeron que no se preocupara más por los problemas de las clases en línea y cómo el flujo de una red Wi-Fi apareció dentro de su casa por primera vez, animando a la silenciada televisión inteligente y a los teléfonos celulares que estaban fuera de línea.
Mirando hacia atrás, y en su único viaje a la choza, este joven quedó muy agradecido al desvelo de su hermano, de los técnicos en telecomunicaciones y los funcionarios locales. Juntos han beneficado la calidad de su educación.
"Ahora puedo adquirir conocimientos a través de las clases en línea y en cualquier momento, mientras que en el pasado tenía que salir caminando para comprar libros y material escolar", subraya Liu, un convencido de que la educación es la única manera de deshacerse de los grilletes del campo profundo. "Quiero salir de las monta?as, pero estudiando... para que algún día, cuando sea mayor, con carrera y fortuna poder regresar para ayudar a esos ni?os que están ‘a(chǎn)trapados’ en las monta?as como estaba yo".
La llegada de la banda ancha también ha traído cambios dramáticos para otros miembros de la familia. Liu Peng, quien ahora trabaja como agente de bienes raíces en Hefei, ya no se preocupa por haber perdido el contacto con sus padres. A través de WeChat los llama regularmente. A veces, también revisa las imágenes en tiempo real capturadas por la cámara que muestran imágenes del patio de la familia: su madre cortando verduras para prepararse para la cena, su hermano menor acariciando al perro o su padre regresando a casa después de un día de trabajo en la construcción.
Liu Wenguo, el padre de Liu Peng y Liu Hongrui, han aprendido a usar Douyin, una aplicación de transmisión de videos cortos. Le gusta revisar los clips publicados por sus familiares y amigos para saber cómo van en la vida. También han desarrollado un pasatiempo: compartir su propia vida, desde los hermosos paisajes que aprecian desde las monta?as hasta los proyectos de construcción en los que están trabajando.
"En el mejor de los casos, obtuve diez mil visitas y 500 me gusta", manifiesta un jubiloso Liu.
Liu Ning, Sheng Shuang y Xu Mingyue contribuyeron con este reportaje.