BEIJING, 2 jun (Xinhua) -- Desde que se lanzaran en febrero de 2018, las consultas económicas y comerciales entre China y Estados Unidos han recorrido un largo camino en el que se alcanzaron consenso en la mayor parte de los temas. Pero los diálogos no han estado libres de retrocesos, todos los cuales han sido resultado del incumplimiento estadounidense de los consensos y compromisos, así como del retroceso, según un libro blanco emitido hoy domingo.
En respuesta a la fricción económica y comercial iniciada por EEUU, China se ha visto obligada a tomar contramedidas, dado que las relaciones comerciales y de inversión bilaterales han sido afectadas.
Para el bienestar de los pueblos chino y estadounidense y el desarrollo económico de ambos países, las dos partes consideraban que era necesario reunirse para negociar a fin de buscar una solución a través de consultas, destaca el libro blanco titulado "Posición de China sobre Consultas Económicas y Comerciales China-EEUU", publicado por la Oficina de Información del Consejo de Estado.
China ha abogado desde el comienzo por resolver la fricción económica y comercial a través de la negociación y consulta. En febrero de 2018, Washington expresó su deseo de que China pudiera enviar una delegación de alto nivel a EEUU para encargarse de consultas económicas y comerciales.
Demostrando gran voluntad y esfuerzos positivos, China sostuvo varias rondas de consultas con EEUU, caracterizadas por intercambios profundos de puntos de vista sobre el desequilibro comercial y otros asuntos importantes.
Las dos partes lograron progresos sustanciales al alcanzar consensos preliminares sobre la ampliación de las importaciones por parte de China de productos agrícolas y energéticos estadounidenses.
Sin embargo, el 22 de marzo de 2018, el gobierno estadounidense emitió el llamado Informe de Investigación sobre la Sección 301 de China, acusando erróneamente al país asiático de "robo de propiedad intelectual" y "transferencia de tecnología forzada". Posteriormente anunció un arancel adicional del 25 por ciento sobre las exportaciones chinas a EEUU por valor de 50.000 millones de dolares, según el libro blanco.
Al tomar en consideración las relaciones bilaterales, el gobierno chino envió una vez más un grupo de trabajo a EEUU para entablar una consulta genuina.
El 19 de mayo de 2018, China y EEUU emitieron una declaración conjunta en la que acordaron abstenerse de entablar una guerra comercial, continuar con las comunicaciones de alto nivel y buscar activamente soluciones a las respectivas preocupaciones económicas y comerciales.
EEUU anunció en público que suspendería el plan de arancel adicional a las mercancías chinas. El 29 de mayo de 2018, solo diez días despúes de la declaración conjunta y a pesar de la oposición de su comunidad empresarial interna y el público en general, la administración estadounidense anuló el consenso alcanzado, criticando injustificadamente el sistema económico y la política comercial de China, al tiempo que anunciaba la reanudación del plan de aranceles.
A partir de principios de julio de 2018, EEUU impuso en tres pasos las tarifas adicionales del 25 por ciento sobre las exportaciones de China valoradas en 50.000 millones de dólares, así como el arancel adicional del 10 por ciento sobre las exportaciones de China de 200.000 millones de dólares, el mismo que, según la parte estadounidense, se elevaría al 25 por ciento el 1 de enero de 2019.
Además, EEUU amenazó con más aranceles sobre el resto de las exportaciones chinas, causando una rápida escalada de la fricción económica y comercial entre los dos países. En defensa de su dignidad nacional y los intereses de su pueblo, China tuvo que responder del mismo modo y elevar los aranceles en importaciones estadounidenses valoradas en 110.000 millones de dólares.
El 1 de noviembre de 2018, el presidente estadounidense, Donald Trump, tuvo una conversación telefónica con su homólogo chino, Xi Jinping, y propuso una reunión. El 1 de diciembre, los dos presidentes tuvieron un encuentro en la cita del G20 en Argentina.
En línea con su importante consenso sobre cuestiones económicas y comerciales, las dos partes acordaron detener las tarifas adicionales durante 90 días para permitir conversaciones intensivas dirigidas a la eliminación completa de todos los nuevos aranceles.
En los siguientes 90 días, los equipos de trabajo de China y EEUU realizaron tres rondas de consultas de alto nivel en Beijing y Washington, alcanzando un consenso preliminar sobre varios asuntos de principio.
El 25 de febrero de 2019, EEUU anunció el aplazamiento de los aranceles adicionales programados para el 1 de marzo sobre las exportaciones chinas a EEUU por valor de 200.000 millones de dólares. Desde finales de marzo hasta principios de abril, los equipos de trabajo de ambas naciones celebraron otras tres rondas de consultas de alto nivel y lograron avances sustanciales.
Tras numerosas rondas de consultas, los dos países concordaron en la mayoría de los temas. Con respecto a los problemas pendientes, el gobierno chino instó a un entendimiento mutuo y a un compromiso para encontrar soluciones, según el libro blanco.
Pero cuanto más se ofrece el gobierno de EEUU, más quiere. Recurriendo a la intimidación y la coerción, persistió con demandas exorbitantes, mantuvo los aranceles adicionales impuestos desde el inicio de la fricción e insistió en incluir en el acuerdo requisitos obligatorios sobre asuntos soberanos de China, lo que solo sirvió para retrasar la solución de las diferencias restantes.
El 6 de mayo de 2019, EEUU acusó irresponsablemente a China de dar marcha atrás en su posición para trasladar al país asiático la responsabilidad por el estancamiento de las consultas.
A pesar de la feroz oposición de China, Washington aumentó del 10 al 25 por ciento los aranceles adicionales de las exportaciones chinas por valor de 200.000 millones de dólares, lo que representó un serio revés para las consultas económicas y comerciales.
El 13 de mayo, EEUU anunció que habían iniciado procedimientos para imponer aranceles adicionales a los productos chinos restantes, que tienen un valor aproximado de 300.000 millones de dólares.
Estos actos contradecían el acuerdo alcanzado por los dos presidentes para aliviar la fricción a través de consultas, que generaba expectativas entre las personas del mundo entero, ensombreciendo las consultas económicas y comerciales bilaterales y el crecimiento económico mundial. En defensa de sus propios intereses, China tuvo que tomar medidas arancelarias en respuesta, de acuerdo con el libro blanco.