Ourtzagh, 15/07/2019 (El Pueblo en Línea) - La hermosa cerámica hecha a mano por Mama Aicha rara vez se vende en Marruecos, pero gracias a las redes sociales, sus antiguas técnicas están atrayendo a estudiantes de todo el mundo a las estribaciones de las monta?as del Rif.
"Cuando me enteré del taller en Instagram, me inscribí de inmediato porque la práctica está desapareciendo", dijo Mirna Banieh, una joven artista que viajó a Marruecos desde la ciudad de Ramallah en Cisjordania.
"Mamá Aicha es vieja y su conocimiento debe ser transmitido", a?adió.
Los cuatro compa?eros estudiantes de Banieh se sientan con las piernas cruzadas sobre esteras, con las manos cubiertas de arcilla, aprendiendo de la alfarera de 82 a?os.
Llegaron de Londres y Nairobi, Kenia, a una aldea remota al final de un sendero rocoso para una formación de una semana.
Su objetivo es aprender a dar forma a las piezas de arcilla a mano, secarlas al sol, cocerlas en un gran pozo abierto lleno de madera, luego pulirlas con piedra antes de decorarlas con pigmentos naturales.
Como en todas partes en las monta?as del Rif, las alfareras de la tribu Sless, a la que pertenece la familia de Aicha Tabiz, están desapareciendo.
La tribu contaba con unos 90 alfareros a finales de los a?os noventa. Ahora, solo quedan media docena.
"Los jóvenes de aquí no quieren ensuciarse las manos con arcilla. Sue?an con ser funcionarios con salarios fijos", dijo la abuela, a quien todos llaman cari?osamente a Mama Aicha.
El conocimiento ancestral que, según algunos expertos, se remonta a la Edad del Bronce, se está perdiendo poco a poco debido a la disminución de la demanda.
"Cuando era joven, todos usaban ollas y cuencos de barro para la vida diaria y mi madre los vendía en el mercado, pero hoy todos prefieren el plástico", dijo Mohamed Tabiz, de 53 a?os, el hijo mayor de Aicha.
Investigadores, coleccionistas y entusiastas se encuentran entre los muchos que han advertido durante décadas la desaparición de este arte que alguna vez se transmitió de generación en generación.
"Queríamos establecer un museo en el pueblo", dijo Tabiz.
El antropólogo alemán Rudiger Vossen, el más erudito de los que llaman la atención sobre el declive de la tradición, cruzó Marruecos en los a?os 80 y 90 para catalogar las técnicas y los dise?os utilizados por cada tribu.
Voluntarios de la asociación sin ánimos de lucro "Terre des Femmes" (Tierra de Mujeres) han viajado al Rif durante a?os, recolectando cerámicas de granjas aisladas y vendiéndolas a turistas de una peque?a boutique en la capital, Rabat.
Pero la más famosa es sin duda la directora artística de Dior, la italiana Maria Grazia Chiuri, quien recientemente puso a los alfareros en el centro de atención en un desfile de modas de alta costura en Marrakech.
Pero, gracias a Instagram, el trabajo de Mama Aicha ha ganado una reputación global.
"Los alfareros lo utilizan mucho. Todos publican en línea fotografías de sus piezas e intercambian consejos y sugerencias", dijo Kim West, de 33 a?os, participante británica de un taller.
A través de esta promoción global de boca a boca, los talleres anunciados en el sitio web de una nueva asociación, Sumano, han tenido un éxito asombroso. Creada el a?o pasado, Sumano promueve las artesanías de las mujeres tribales marroquíes.
Nuevos dise?os
Con un brillo en sus ojos, Mama Aicha guía pacientemente a sus estudiantes en el estudio ubicado junto a la granja familiar.
Los papeles pegados al muro enumeran palabras útiles en el dialecto local: términos para cerámica y herramientas, frases comunes como "?Me puedes ayudar?" y "?Qué piensas de esto?"
La maestra alfarera ense?a principalmente mediante gestos. Como la mayoría de las mujeres de zonas remotas de Marruecos, ella dedicó su vida a sus campos, su ganado y sus hijos.
A los 27 a?os, Houda Oumal, de la tribu vecina M'tioua, es una de las pocas que quiere "seguir los pasos de su madre".
Ella vive con sus padres en la cima de una monta?a en medio de los campos de cannabis que constituyen, de forma totalmente ilegal, la principal fuente de ingresos del Rif. Comenzó a moldear arcilla a los siete a?os, pero no lee ni escribe. "Este oficio nos permite vivir bien. Necesitamos dar a conocer nuestra experiencia para que sea rentable".